redactorjosé lópez



martes, 19 de julio de 2011

para el querido Juventud







Crecer en un barrio y alguna vez dejarlo para regresar transcurrido un tiempo, nos da la medida del origen y la identidad de pertenecer a un lugar. Los clubes, de ello quiero hablar, tienen la virtud de contagiarnos una pasión con sus colores y su forma de vivir, cosas que se asimilan en la infancia y ya no se pierde con los años.
De pequeño supe de esas cosas y hasta estos días llevo un pensamiento que navega entre dos aguas, porque siempre viví en medio de dos instituciones cercanas, de un lado Juventud y del otro Sportivo. Una vez tuve que elegir pero no pude resignar al sentimiento que parecía abandonar. Nada de eso es posible cuando el arraigo de dos historias muy similares es tan profundo hasta el punto de sentir que se convive con ambas. Hoy dedico desde mi corazón blanco y negro, un abrazo cargado de emoción por el nuevo aniversario fundacional del Juventud de mis primeras corridas con una pelota de tientos, en la vieja canchita de la sede de calle Moreno, a metros de mi casa paterna. "Fonoco" Weiner, "Pochito" Neme, "Kolino" Pirola, "Tote" Cazzaniga, "Cabezón" Vernazza, "Chichino" Goudard, "Clavito" Lang, "Cuarsian", Luisito Montabetti, Felipe Belén, "Maguli" Moos, nombres del recuerdo en la permanencia de los afectos y la memoria intacta. Cómo olvidar al correntino Almada, wing izquierdo de la Juve que nos ilusionaba siendo nuestro "técnico" en la esquina de Sarmiento y French, un cuarto de manzana de cien metros de largo, de vecina en uno de los laterales con quien pelear, para pedirle la pelota que irrespetuosamente por una mala patada había saltado por encima de su tapial. Poquitos tuvieron la gracia de jugar oficialmente y solo fue "Fonoco" quien desarrolló una buena y feliz campaña en la Primera del Monumental como arquero, el usaba camiseta amarilla, de esas que tanto me gustaban, porque yo soñaba poder jugar y vestir como vestía Julio Elías Mussimesi, Luis Aranda o el "negro" Gonsevat.
Hablando de tanto en tanto con Lucho Montabetti, un prócer rojinegro de la más pura estirpe, aprendí a comprender la heroicidad de aquellos jugadores que brindaban su alma tratando de ganar para su gente, entiéndase bien. Por eso pido salud para los clubes que nacieron en el vientre del caserío laburante, haciendo del fútbol una cuestión de alegría o tristeza bien habida. Para Juventud, desde el ánimo templado del utilero hasta la lucidéz del dirigente más encumbrado, que la vida siga gestando ideas para que los pibes jueguen y no se compliquen la vida malamente. Esta ilusión mundana es muy corta y lo que hay por hacer es mucho, que llegue a la gente del Waldino Maradona el estímulo mayor, de mi corazón. (Por José López Romero)

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