Una foto que aprecio mucho, si no me equivoco la última donde Ermelindo posó junto sus amigos del club en una cena de agasajo a colaboradores.
El domingo pasado, 19 de junio, en ocasión de jugarse el clásico Sportivo – Juventud, se impuso el nombre de Ermelindo Dutruel al estadio de Rivadavia y Alem, en un acto emotivo para los presentes que hayan tenido relación con “Clide”, sin la O, como lo llamamos toda la vida. Entonces me viene a la memoria su personalidad, que disfrutamos ayer nomás, sencilla y coloquial como cualquier hombre de este pueblo que nos contiene. Había mucho para contar de su generoso paso por la institución, que preferí tomar el tiempo necesario para pensar en lo vivido bajo el cielo albo de nuestra divisa. Pese a todo, este esbozo es una pequeña reseña del corazón y para tal cosa debo remontarme a lo años ochenta, por ahí lo conocí, cuando el trasfondo deportivo nos unía en una forma inusitada, sorprendente para nosotros mismos por lo que se iba gestando y se redondeó con un campeonato. Ante el riesgo de confundir fechas o años, no transito esos datos pero sí, quiero describir pantallazos de aquella realidad, a donde yo había llegado para construir el techo de lo que hoy son el bar, los vestuarios y que encima se edificaron las cabinas actuales para periodistas. Por allí andaba Clide y mucha gente más que no menciono para no olvidar a nadie, eso será parte de otra historia, el no era nuevo en el club y en esos días lo presidía. Recuerdo de su afecto por Don Alberto Vernazza, de quién aprendió los pormenores de las gestiones futboleras, lo bueno y lo oculto si lo hubiese, así me lo confió en una de varias entrevistas que le hice. Los viajes con el equipo a jugar los torneos regionales fueron otro modo de apretar los sentimientos, y de “yapa” aquél 91’ que nos agrandó la sonrisa y el corazón otra vez, de la mano de Luis Pulcini, cuando antes lo fueron “Yiyo” Weidmann y “Carachi” Presser. El reconocimiento a su persona es legítimo, aunque otros habrán pensado en Don “Pili” quién encaró la resurrección de Sportivo junto a “Lilli” Copello pero, creo que Dutruel encarnó el pensamiento de su maestro, lo materializó en muchos aspectos de la vida institucional de Sportivo a partir de su refundación.
No estoy haciendo una valoración retrospectiva de una cuna de amigos, que para mi sin lugar a dudas, lo que significa reunirse y compartir una idea con rasgos deportivos. No es otra cosa, no es el poder, el dinero, las divisiones ni las críticas destructivas, sino el esfuerzo común nacido de una inspiración que hermana voluntades. El presente texto tampoco es un ensayo intelectual ni siquiera periodístico, tampoco una obra maestra para impresionar a nadie. Es una forma de expresar sin falsos prejuicios ni moldes, el cariño imperecedero por un vecino cabal, amigo de todos los que quisieron verlo como tal. Esa es la medida de un dirigente, las amistades que dejó tras su gestión, el sentido leal que brindó a cada uno de sus compañeros de acción, los que trabajaron junto a su figura positiva, algo que no es poco y marca el camino para los que siguen su ruta. Con esta mirada y las palabras aprendidas en la calle, artilugios de escriba que avala mi alma, saludo a quienes hacen que los clubes crezcan y sean escuela. Los niños que mañana serán hombres no lo olvidarán. (José López)